Tema 1. La felicidad



Figura 1.Fuente: Shutterstock/2018

1.1 La virtud


El discurso sobre la ética ha sido una constante en la historia de la humanidad. Las primeras comunidades humanas establecieron criterios que permitían diferenciar comportamientos aceptables de los que no lo fueran. De manera muy simple establecieron prohibiciones como las relaciones sexuales con la mamá y las hermanas, o consumir carne de cerdo etc. Pero con el paso del tiempo empezaron a preocuparse por las actitudes en relación con los otros. Y entonces aparecieron dos corrientes que se han mantenido hasta el día de hoy.


Una que está enfocada al conocimiento de sí mismo y al cuidado de sí. Es una corriente de carácter personal que puede sintetizarse en la idea de que mi vida debe ser motivo de mis convicciones y nunca se debe obrar para agradar a los demás sino en la edificación de un proyecto para la propia vida. La sociedad no es importante desde ese punto de vista. Sólo interesa la realización personal. Por eso el conocimiento de sí y el cuidado de sí.

El conocimiento de si para aprender más de las cualidades y potencialidades humanas y el cuidado de si como autocontrol. La certeza de que yo conduzco mi vida y de que la estoy dirigiendo hacia donde quiero que vaya. Eso significa tiempo para contemplar, para descansar, para meditar sobre las acciones que se realizan cada día. Estas ideas llegan a concretarse en el concepto de felicidad.

Figura 2. Fuente: Shutterstock/2018




Figura 3. Fuente: Shutterstock/2018

Sócrates, Platón y Aristóteles, piensan en la búsqueda del bien y la virtud. Conciben la vida como un proceso continuo de construcción, de perfeccionamiento de sí. La idea no es alcanzar el bien o la perfección. El propósito es ir siendo cada vez más capaz en las actividades a las que me dedico. Se necesita reflexión sobre lo que hago, pero también esfuerzo permanente por hacer cada vez mejor aquello a lo que me dedico.

A ese esfuerzo constante de autoeficacia lo denominaron virtud. Alguien es virtuoso entonces cuando domina un arte y se ocupa de saber todo sobre ese arte y desempeñarse del mejor modo allí. No es para ser admirado por los demás. Así conciben que se crece en autoestima. Se trata de vivir orgullosamente del nivel que se ha alcanzado por sí mismo. Esa sensación de realización es a la que denominaron felicidad.



Los otros no aparecen para nada. Esas ideas suponen en muchos casos ir en contra del ordenamiento de la ciudad. Obedecer primero a sí mismo y sus convicciones de tal manera que se tenga el control de la vida lleva a que Sócrates sea declarado enemigo de la ciudad, corruptor de la juventud y condenado a beber la cicuta. Una idea central es la necesidad de la sabiduría para alcanzar la felicidad. Se está afirmando que para llegar a ser feliz hay que discernir, elegir y tener razonamientos claros. En este esquema cuenta mucho la idea de que es la razón la que hace superior al ser humano y que quien no dedica tiempo a pensar no puede ser considerado entre los seres libres. Platón y Aristóteles plantean que es la prudencia, producto de la razón la que permite tomar las mejores decisiones y así encaminarse a la propia realización. Aseguran que no son los sentimientos ni los apetitos los que deban conducir la vida sino sólo la razón cuyo producto más puro es la prudencia. No entendida como miedo sino racionalidad que aleja las posibilidades de errar en las elecciones.

Figura 4. Fuente: Shutterstock/2018




1.2 El autocontrol


Los estoicos también buscan la felicidad. Pero su fórmula no está en la máxima de la racionalidad sino en el control de las emociones. La actitud fundamental es la imperturbabilidad frente a los avatares de la vida. Porque una persona que se deja perturbar por los acontecimientos no puede tomar elecciones racionales. La condición para mantener esa actitud es la pregunta por la naturaleza de las cosas. De todo lo que sucede en el mundo es imposible devolver lo que ya está hecho. Impacientarse no resuelve lo que ya sucedió.

Se trata de mirar siempre al futuro. Se trata de continuar el camino con los aprendizajes que sean posibles. Por eso para ellos sí que es fundamental el cuidado de sí. Tener plena conciencia de lo que acontece y revisar lo que cada acontecimiento significa para la vida y sin sobresaltos continuar con el proyecto que se tiene. La idea es que nada me puede perturbar, desenfocar de mis búsquedas y de mis proyectos. La vida sigue y hay que seguir caminando. Todo es perecedero y mortal. Por esta razón nada que se haga para intentar cambiar la naturaleza de las cosas tiene algún sentido. No es resignación. Es ánimo alerta para que lo más importante sea el camino a pesar de que haya eventos que no se puedan prever.



Esta filosofía de vida tuvo un profundo influjo en algunos emperadores romanos como Marco Aurelio. Llevar al detalle las cosas que suceden al día. Cuidar de no perder el control en la comida, ni en la bebida, hacer valoraciones de lo que ocurrió durante el día. Esa es la manera de tener el control de la vida. Ya no pasada por las emociones sino por la reflexión de lo que ocurre y en qué términos hay que continuar.

Quizá pudieron entrever que esas dotes eran necesarias para los gobernantes y en general para cualquier individuo que quiera llevar su vida hacia alguna parte concreta. En este sentido aparece algo muy práctico de la ética: la ética funciona muy bien para el que tiene un proyecto para su vida. Para quien aspira a realizarse, para quien cree que la vida tiene sentido si se va de camino y realizando el camino se va encontrando el sentido de lo que ocurre.

Figura 5. Fuente: Shutterstock/2018




1.3 El placer


Epicuro tiene una intuición muy importante sobre el problema de la realización humana. Llega a la conclusión de que definitivamente el placer, la experiencia de placer de las acciones humanas es fundamental. Uno tiende a repetir aquello que le produce placer y evitar aquello que le produce dolor. Es una intuición muy importante.

Como criterio permite algo que ha sido tenido como extraño en los procesos de la racionalidad humana. Como algo que debe usarse sólo como segmentos de la vida. Está relacionado con el descanso, el ocio y lo improductivo. Socialmente dedicarse al placer está mal visto. Sin embargo, no es únicamente de esos placeres que habla Epicuro. Habla del placer del conocimiento y del gusto por lo que se hace. En su “Carta a Meneceo” discurre sobre evitar los placeres superficiales y dedicarse a los placeres más profundos: la sabiduría, el conocimiento, la amistad.

Figura 6. Fuente: Shutterstock/2018




Privilegia el placer de la sabiduría que permite orientar la vida evitando el dolor de los excesos, el lujo sin sentido o el mero placer de los sentidos. Su filosofía fue muy pronto reducida a la búsqueda del placer por el placer. A eso se le denominó Hedonismo. Pero no era esa la idea original de placer. A Epicuro le interesaba la vida como experiencia. Y para poder aprender de la experiencia situaba el placer y el dolor. Son contrarios. Por eso buscar el placer y evitar el dolor implica sabiduría, prudencia y raciocinio.
Un exceso de placer siempre conducirá al dolor. Solo vivir intensamente produce placer. No hay que anhelar larga vida ni temer a la muerte. Lo que hay que anhelar es vivir el presente, pero vivirlo intensamente pues vivir a plenitud es la garantía del placer. Del mismo modo, no todos los placeres son iguales y el dolor muchas veces es imposible de evitar. Pero buscar el placer en la belleza y rectitud de la vida si representa el máximo bien.
Como seguramente aparece a la vista, la felicidad es la componente fundamental de estas doctrinas antiguas. El tema de la felicidad no pasa nunca de la búsqueda de los seres humanos. Seguramente que muchas veces la hemos estado buscando a ciegas sin saber qué es lo que estamos buscando. Pero vale la pena preguntarse si no hay mayor energía en la certeza de que se está en el camino correcto. Hay algo que nos ronda por la cabeza todos los días pero que con frecuencia no tiene espacio para dedicarle. ¿Es mi vida feliz? ¿Lo que va siendo de mi vida me hace sentir cada vez más realizado?, ¿más capaz?, ¿más inteligente?, ¿con mayor capacidad de comunicarme?



La felicidad tiene que ver con la autoestima y la autoestima no es otra cosa que la certeza de que mi vida tiene sentido, de que estoy haciendo lo que me gusta hacer y que yo soy quien tengo el control de mi vida, ya que mi vida no se orienta a satisfacer les expectativas de los demás sino a hacer de mi vida lo que creo que es valioso, lo que me perfecciona, lo que me hace sentir mejor conmigo mismo.  
Es verdad que tratar de agradar a los demás es imposible, porque cada persona querrá cosas distintas de mí y tratando de agradarle a todo el mundo mi vida se hará una locura. Vivir bien, hacer las cosas bien es lo que permite afirmar que estoy en camino de ir alcanzando sensaciones y certezas, seguridad y tranquilidad con la vida que estoy llevando. Es decir que estoy siendo feliz. Uno no es feliz, en la medida en que hace lo que quiere y lo que lo perfecciona, está siendo feliz.



Tema 2. El deber


2.1 La dignidad

Figura 7. Immanuel Kant. Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Kant_gemaelde_3.jpg

Inmanuel Kant es un filósofo obsesionado por la neutralidad en las valoraciones que se hacen de lo que ocurre en la realidad. Le preocupa que los juicios que se hacen de las cosas sean perfectamente razonables. Sin que haya ningún asomo de emocionalidad o mezcla de intereses que no tengan que ver con el objeto mismo que se está evaluando. Por eso escribe crítica de la razón pura y luego crítica de la razón práctica.

Figura 8. Fuente: Shutterstock/2018

Cuando decide pensar en la ética, entendida desde el ámbito de la razón, no duda en afirmar que el primer juicio que corrige las decisiones de las personas es la intención con la que se va a realizar la acción. De algún modo la intención debe ser pura. Para garantizar esa pureza entonces afirma que la ética efectivamente tiene que ver con la relación con los otros. Con las acciones donde necesariamente otros resultan involucrados. ¿Cómo debe ser esta acción? Sin el menor asomo de interés por favorecer o inclinarse ante la voluntad de alguien.




Kant parte de una idea que hoy es bastante extraña, aunque se usa sin distinguirla de nada. ¿Qué es la dignidad? Kant responde algo que pertenece a la naturaleza humana y que hace que ningún ser humano pueda ser usado por otro por ninguna razón. Para Kant, ser usado es ponerle un precio o tener un precio. Y al colocarle un valor, eso significa que puede ser comprado o usado.  
La dignidad entonces es esa idea esencial de que ningún ser humano puede ser usado porque todos y cada uno de los seres humanos son un fin en sí mismos. Lo que significa que no puede ser un medio para otros. En esa relación medios-fines, los seres humanos no son medios son fines en sí mismos y no tienen ningún valor. Ellos son la medida del valor. Son ellos los que atribuyen valor a las cosas, pero ellos no pueden ser vistos como una cosa.
Se decía arriba que la idea de dignidad es central en el discurso ético de Kant. Sin esa idea todo su discurso se viene abajo. No hay condiciones. Ni la dignidad es una cosa que se merecen unas personas y otras no.  
La dignidad no se pierde. Es connatural al ser humano. No importa la condición en que una persona este: enfermo terminal, consumido por las drogas, en la más absoluta miseria, sigue siendo digno.



2.2 El reconocimiento de los otros


De esta idea de dignidad se desprende todo su desarrollo teórico: afirma que efectivamente como a los otros no se les puede instrumentalizar, usar como cosas, todo comportamiento humano requiere de unas máximas que orienten la toma de decisiones.

La primera máxima dice: compórtate de tal manera que tu comportamiento pueda convertirse en norma universal. Lo que quiere decir que nadie puede emprender una acción si no se pregunta por las consecuencias de la misma. En el fondo se trata de preguntarse, si todo el mundo hiciera lo que yo quiero hacer, ¿cuál sería el resultado general? Si visibilizo las consecuencias de esa acción, si todos hicieran lo mismo que yo, entonces como se afectaría su mundo, el mundo en el que vivo. Toda acción humana termina afectando a los demás.

Figura 9. Fuente: Shutterstock/2018





Figura 10. Fuente: Shutterstock/2018

De esa máxima que se ha dado en denominar: imperativo categórico surgen varias consecuencias. La primera que ya se ha enunciado arriba es que toda acción tiene un resultado no sólo sobre mi vida sino sobre la vida de los demás. Por lo tanto, no soy libre de hacer todo lo que quiera. Soy libre de hacer aquello que no afecte o dañe a los demás. De lo que se infiere una consecuencia muy importante que también puede ser enunciada como una máxima: has lo que quieras desde que no uses a los demás para conseguirlo.

Es una lógica consecuencia de la anterior. Aquí vuelve a surgir el asunto de la dignidad. Lo único de lo cual puedo sentirme orgulloso es de aquello que logro por mí mismo sin pararme encima de los demás ni usar a los otros como palanca para escalar. Lo que apunta a algo que ya puede estar claro: para Kant la ética es no usar a los otros para la realización de mis intereses. Los otros tienen la misma dignidad y el mismo valor. No hay seres superiores a otros. Lo que nos iguala es la dignidad en la que todos somos fines sin ser medios para los demás.



2.3 Las reglas sociales


Y aquí llegamos al tema del deber. ¿De dónde surge la idea del deber? Ya se ha enunciado arriba que efectivamente la intencionalidad debe permitir al individuo obrar por otro ser humano en razón de su dignidad. También se ha afirmado que ningún ser humano puede convertirse en objeto de uso o de deseo de otro. También se ha dicho que el comportamiento humano debe estar regido por una ley universal. Una ley inscrita dentro que dice que mi comportamiento debe ser de tal modo que no afecte a los demás.


¿Y el deber? Si la convivencia está garantizada por la vivencia de ese imperativo categórico en la que los demás son el referente fundamental, eso también significa que es necesario ponerse de acuerdo con los demás. No puedo hacer todo lo que quiera. Pero si puedo ponerme de acuerdo con los otros en los límites de la acción individual.

Kant afirma que una ley puede ser considerada válida si todos los individuos que van a ser afectados por la misma han participado en la discusión de la letra de la ley, si luego de un proceso de deliberación han logrado establecer el contenido y han votado para su aprobación. Lo que significa que allí en la ley está plasmado el deber. Aseguradas las condiciones de su elaboración y aprobación, el deber se condensa allí.

Figura 11. Fuente: Shutterstock/2018



Figura 12. Immanuel Kant. Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Kant_gemaelde_3.jpg

En términos individuales hay cosas de las que no habla la ley. Lo que tienen que hacer los individuos en su cotidianidad. El raciocinio es muy sencillo pero muy ilustrativo: ningún ser humano está obligado a hacer lo imposible. Este asunto es tan evidente que no necesita explicación. Todo ser humano sí está obligado a hacer lo posible. Lo que quiere decir que si usted ve a alguien necesitado de su ayuda y usted sabe que puede ayudarlo: si usted puede, usted debe. Así no más.

Figura 13. Fuente: Shutterstock/2018

¿De dónde surge ese deber? de la idea de que la rectitud de la intención, con la que se inició este tema, es lo que cuenta en la acción. Esa rectitud dice que usted obra no por interés sino porque reconoce en el otro a otro ser humano y por eso está obligado a ayudarlo. No en lo imposible sino en lo que usted sabe que puede hacer. Si usted examina sus posibilidades y sabe que puede ayudarlo. Debe ayudarlo. Se trata de una doble connotación. Una ley que cobija a todos los seres humanos involucrados en un territorio y que se dan así mismos mecanismos que aseguran la convivencia y dos, una actitud personal que obliga a velar por los otros, cuidar de los otros en la medida de sus posibilidades.

Figura 14. Fuente: Shutterstock/2018

Es bueno saber que estas ideas han tenido y siguen teniendo un impacto duradero en la historia de la humanidad. De allí se derivan otras corrientes de ética preocupadas por hacer mucho más prácticas las ideas de Kant. Actualmente es muy importante una ética cívica o ética civil, en la que los individuos se ponen de acuerdo para hacer viable una convivencia pacífica basada en las razones y los argumentos sin que medie ningún interés particular.




Tema 3. Lo útil


3.1 Las necesidades humanas


La ética en su desarrollo conceptual empieza a ganar terreno práctico. Las corrientes de ética anteriormente mencionadas son de carácter trascendental, es decir, están basadas en ideas que suponen que las personas, independientemente de sus necesidades, de hecho toman decisiones. Esas éticas suponen que los individuos han satisfecho sus necesidades y que entonces pueden plantearse qué hacer con su vida.

Aunque parezca un poco oscuro el planteamiento, de hecho alguien que tiene hambre, o frio y no tiene un lugar donde vivir no puede preguntarse qué hacer con su vida sino como saciar el hambre o quitar el frío o conseguir un lugar donde pasar la noche. Estas necesidades inmediatas y urgentes no pueden olvidarse. Son vitales.

Figura 15. Fuente: Shutterstock/2018



En el desarrollo del pensamiento ético entonces además de esas ideas luminosas sobre la felicidad, el placer o el deber. También se pensó que se trataba de sentimientos. Que la ética eran esos sentimientos que experimentamos ante los hechos a los que nos enfrentamos. Se escribió en ese tiempo que se trataba de culpa, ira u orgullo. Sentimientos relacionados con lo que creo que no hice y debería haber realizado, ira cuando creo que no reconocen lo que he estado haciendo y orgullo cuando siento que lo conseguido es fruto de haber puesto mi mejor empeño en la realización de algo.



3.2 El bienestar social



Pero que hay un mecanismo que asegura que ese egoísmo beneficie a otros sin que sea visible. Esa mano invisible es el mercado. Cuando alguien va al mercado a comprar o a vender está interesado en satisfacer su propio interés y vendiendo algo satisface su interés, como comprando algo también se lleva lo que le interesa, lo que necesita. Así que, no hay necesidad de establecer parámetros sociales, sólo hay que garantizar que los individuos se encuentren en el mercado. El mercado dará a cada uno lo que necesita.

  Más tarde, los desarrolladores de esta economía liberal propondrán mucha más libertad para el mercado, mucha más autonomía. Milton Friedman concluye que “Nadie lo puede librar a uno de sus propias decisiones” y que si decide algo, son las decisiones las que determinan la suerte de las personas. Si pierde o gana es por el cálculo racional que cada individuo ha hecho. Nadie puede defender a un individuo de sí mismo. Su vida es el resultado de sus decisiones. Cuando se busca lo útil, se está buscando satisfacer las necesidades de la vida de cada persona. Pero cada individuo debe determinar cómo hacerlo. De cómo lo haga dependerá si se satisface o no.

Figura 16. Fuente: Shutterstock/2018




3.3 La organización social



De esta corriente podemos inferir varias cosas. Una ética que no tenga presente en primer lugar, la utilidad de las decisiones como garantía de la satisfacción de necesidades humanas, tiene un mal precedente. Ciertamente una ética debe asegurar que los seres humanos puedan vivir y ese vivir concreto pasa necesariamente por la satisfacción de necesidades. También se sabe que todas las sociedades han intentado por distintos medios alcanzar una satisfacción al menos mínima de las necesidades de la población.  
Lo intentan con distintas políticas, a veces con subsidios, a veces con planes de alimentación escolar etc. Lo que reafirma como parte de la legitimidad del estado que una de sus funciones es satisfacer necesidades concretas de la población. Vale la pena agregar que efectivamente esta corriente de ética incorpora el elemento económico dentro de la reflexión ética y eso agrega un valor significativo a la misma, como también, entiende el problema ético no en el sentido individual sino en el sentido social, como condicionante de la legitimidad de una organización social. Esta ética se puede afirmar como ética con contenido material.