Las corporaciones son parte de la sociedad. Un número creciente de escritores reconocen que las actividades de una organización impactan el entorno externo, por lo que han sugerido que uno de los roles de la contabilidad, debería ser el de informar sobre el impacto de una organización. Esta propuesta surge por primera vez en la década de 1970 cuando estudiosos sobre el tema mostraron preocupación por el ejercicio social de una empresa como parte de la sociedad en general.
De hecho, la idea de considerar el desempeño social de una empresa no siempre ha sido aceptada, lo que ha generado un extenso debate. Así Hetherington (1973) menciona que "no hay razón para pensar que los accionistas estén dispuestos a tolerar una cantidad de actividades empresariales sin fines de lucro que reduzcan de manera apreciable los dividendos o el rendimiento de las acciones en el mercado" (p.37).
Contrario a lo anterior, Dahl (1972) declaró que “toda corporación grande debe considerarse como una empresa social; eso es una entidad cuya existencia y decisiones pueden justificarse en la medida en que sirven a fines públicos o sociales” (p.18).
En 1979, Carroll, uno de los primeros teóricos de la RSE, afirmó que “las empresas abarcan las expectativas económicas, legales, éticas y discrecionales que la sociedad tiene de la organización en un momento dado en el tiempo”. Recientemente, este pensamiento fue respaldado por Balabanis, Phillips y Lyall (1998), quienes declararon que "en el área comercial moderna, las empresas y sus gerentes están sujetos a presiones bien publicitadas para desempeñar un papel cada vez más activo en [el bienestar de] la sociedad".